Carliz De La Cruz, exnovia de la superestrella del reggaetón puertorriqueña, Benito Martínez Ocasio —conocido como Bad Bunny— estaría a punto de ganarle cuatro quintas partes de su fortuna. Un juez ha fallado a su favor en una demanda por el uso no autorizado de su voz en canciones y conciertos.
La demanda se radicó ante la justicia de Puerto Rico en marzo de 2023. En ella, De La Cruz —abogada de profesión— aseguró que ella y el Conejo Malo empezaron a salir en 2011, mientras ambos trabajaban en un supermercado y estudiaban en la universidad, y él iniciaba su proyecto musical.
“De La Cruz ayudaba a Martínez a agendar los parties, le daba su opinión sobre las canciones para el rundown de sus shows y, además, le realizaba las facturas, así como los contratos”, señala el documento legal.
Uno de los aportes significativos de Carliz al trabajo de la estrella en ascenso habría sido el de adoptar el eslogan ‘Bad Bunny, baby’ y grabarlo con la voz de ella. En 2015, dice la demanda, ella habría grabado la frase en las notas de voz del celular de su pareja.
40 millones de dólares por tres palabras
La grabación fue usada en, al menos, dos canciones del artista: ‘Pa’ Ti’ (single de 2017) y ‘Dos Mil 16’ (canción del álbum ‘Un verano Sin Ti’, de 2022). Asimismo, sonó en todos los medios de difusión posibles y en sus conciertos de todo el mundo. Todo ello, sin el consentimiento expreso y escrito de Carliz de la Cruz.
Una vez el exitoso disco de Bad Bunny fue publicado, comenzó un asedio en redes sociales contra De La Cruz, quien para entonces ya había terminado su relación con el cantante. Por eso, a día de hoy no tiene cuentas oficiales.
Por ello, la abogada demandó para recibir ocho indemnizaciones de $5 millones de dólares cada una, para un total de $40 millones. Con ello se compensaría el daño por derechos de atribución, integridad, enriquecimiento injusto, violación al derecho de intimidad, imagen no comercial y dignidad, entre otros.
El futuro del ‘sampleo’
Bad Bunny todavía puede apelar la decisión tomada por la justicia puertorriqueña. Si lo consigue, podrá proteger su patrimonio estimado en 50 millones de dólares. De todas formas, el final de este caso puede sentar un precedente en la forma en que se produce el género urbano.
El ‘sampleo’, el uso de sonidos de diversos orígenes como base para crear música, no solamente tendría que hacerse respetando el copyright, sino los derechos individuales de quienes aparezcan en una grabación cualquiera.