El cuerpo humano tiene capacidades sorprendentes y requiere mucho cuidado para conservarlas. Como cada persona es diferente y vive en entornos diferentes, los factores que afectan su salud variarán en cada caso. Sin embargo, ciertos hábitos pueden mejorar la salud general de la inmensa mayoría de personas. A continuación, presentamos diez de ellos.

1. Asearse: la higiene personal como base del bienestar

La higiene personal es esencial, no solo para mantener una buena apariencia y un aroma fresco, sino para prevenir infecciones y enfermedades. El aseo diario, como bañarse el cuerpo y el cabello, lavarse las manos frecuentemente, cuidar de las uñas en manos y pies, limpiarse la cara y mantener la ropa limpia, reduce la proliferación de bacterias y virus.

Además, lavarse los dientes y usar hilo dental tres veces al día previene el sangrado de las encías y la aparición de caries, que pueden dañar los dientes y contaminar el torrente sanguíneo con bacterias.

2. Dormir: el descanso reparador

El sueño es esencial para la regeneración del cuerpo y la mente. Durante ese tiempo, el sistema inmune se refuerza para combatir enfermedades, el sistema circulatorio hace mantenimiento y controla la presión, el cerebro consolida la información aprendida durante el día, se repara para tomar mejores decisiones, controla el estado de ánimo y segrega hormonas que controlan el hambre y el peso, entre mil funciones más. .

El sueño no debe tratarse como un premio o un privilegio: es una necesidad de todos los seres humanos, por salud y hasta por seguridad. Conviene dormir una cantidad de horas suficiente según la edad: siete horas son más que suficientes para muchos adultos, pero los niños y adolescentes necesitan nueve o diez aproximadamente.

Además de la cantidad de horas de sueño, es importante considerar la calidad. No es aconsejable comer demasiado o tomar estimulantes —como el café— antes de dormir. También se debe crear un ambiente digno para el descanso, con temperatura, luz, ruido y superficie adecuados. Asimismo, el sueño será más eficaz si se duerme casi siempre a las mismas horas.

3. Cuidarse del sol: protección contra los daños UV

El sol es la mejor fuente de vitamina D, indispensable para absorber calcio en los huesos, mover los músculos y combatir infecciones. Sin embargo, la exposición excesiva a sus rayos ultravioleta (UV) puede causar daño a la piel, empeorar condiciones crónicas como el acné o la rosácea, y aumentar el riesgo de cáncer de piel.

Vale la pena usar bloqueador solar con un factor de protección mayor a 50 y reaplicarlo cada dos horas, así como usar sombrero, ropa protectora y gafas de sol. Además, conviene organizar el día para evitar salir cuando el sol es más intenso: entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde.

4. Hacer actividad física: movimiento para un cuerpo saludable

La actividad física regular es clave para mantener un peso saludable, fortalecer el corazón y los músculos, controlar los niveles de estrés, mejorar la circulación y reducir el riesgo de enfermedades crónicas, como la diabetes y la hipertensión.

Al menos 30 minutos de ejercicio moderado por día hacen una gran diferencia en la salud. Hay muchos tipos de actividad física, como caminar, correr, montar bicicleta, nadar o practicar yoga; incluso se puede practicar deportes con familia y amigos. Lo importante es elegir una que se disfrute para que sea más fácil practicarla seguido.

5. Alimentar el cuerpo: una dieta equilibrada y nutritiva

La alimentación es uno de los pilares fundamentales de la salud. Una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras, proteínas magras, y granos enteros, proporciona los nutrientes esenciales para que el cuerpo funcione correctamente.

Parte de equilibrar la dieta implica comer en porciones adecuadas. Los niveles de azúcar se pueden ver afectados por comer menos de tres veces diarias y el estómago puede sufrir lesiones por alimentos pesados, horarios irregulares de comida o largos periodos de ayuno.

Vale la pena evitar el consumo excesivo de sal, azúcares refinados, grasas saturadas y alimentos procesados, así como ingerir comida mientras hace actividades como trabajar, ver televisión o usar el celular.

6. Tomar agua: la hidratación adecuada

El agua es esencial para casi todos los procesos en el cuerpo. Mantener una buena hidratación ayuda a regular la temperatura corporal, transportar nutrientes, eliminar toxinas y mantener la piel saludable.

Además de beber sorbos de agua fresca con frecuencia, conviene reconocer las señales de la sed, que a veces se parecen a las del hambre: dolor de cabeza y estómago, pesadez mental y falta de concentración, irritabilidad, resequedad en la boca, ojos y piel, molestias musculares, antojo de alimentos salados, coloración oscura de la orina, entre otros.

No todos los líquidos son hidratantes. Bebidas como el café, el té y el alcohol son diuréticos —ayudan a expulsar agua y sal— y no cuentan a la hora de medir si uno se está hidratando bien. Las personas que trabajan con café a la mano deben asegurarse de estar tomando agua suficiente.

Si bien los jugos de fruta y gaseosas sí pueden ser hidratantes, su contenido en azúcar los hace menos recomendables que un buen vaso de agua fresca.

7. Alimentar la mente: mantener el cerebro activo

El cerebro controla la gran mayoría de funciones vitales: además de la concentración y la memoria, es responsable de mantener la temperatura corporal, recibir la información de nuestros cinco sentidos, mantener nuestra postura y conciencia, elegir cómo comportarse en cada situación —por ejemplo, cuando hay que ir al baño o se está en una reunión formal— y muchas cosas más.

Así como es importante alimentar el cuerpo, también es esencial alimentar la mente. Es posible retrasar un poco el envejecimiento del cerebro al aprender nuevas habilidades, leer, resolver acertijos o participar en actividades que sean desafiantes.

8. Cuidar la mente: manejo del estrés y bienestar emocional

Cuidar el sistema nervioso también implica dar un buen manejo al estrés y las emociones. Dado que el estrés puede causar daños a ciertos órganos y ralentizar muchos procesos vitales, como la digestión o a respuesta inmune, es claro que la salud mental es tan importante como la física.

El estrés puede venir de diversas fuentes, como variadas son también las formas de controlarlo: son útiles las técnicas como la meditación, la respiración profunda, el yoga o ejercicios de conciencia plena. También es útil dedicar algo de tiempo cada día a un pasatiempo que se disfrute mucho, aunque no sea “bueno” en ello ni genere ingresos; la tranquilidad es un pago más que suficiente.

A largo plazo, prácticas como la autoaceptación y el autocuidado pueden proteger de otras condiciones.

9. Socializar: la importancia de las relaciones sociales

El ser humano, antes que nada, es un mamífero social. Incluso la persona más tímida o huraña necesita conectar con otros humanos para tener una vida feliz, plena y saludable. Por el contrario, la soledad o las relaciones conflictivas o abusivas son fuentes comunes de estrés y enfermedades.

Es importante tener un grupo de personas —familia, amigos, colegas, entre otros— que conformen su red de apoyo, aquellos que podrían ayudar en caso de dificultades, enfermedades o cualquier otra situación adversa.

También es posible nutrir dicha red al participar en actividades comunitarias y aprovechar las oportunidades para socializar: hacerse voluntario en su iglesia, unirse a causas sociales que le importen, hablar con otros asistentes a fiestas y conciertos, entre otros.

Limpiar su círculo y dejar de frecuentar amistades o familiares tóxicos, que lastimen con sus comentarios o acciones, también abrirá paso a nuevas conexiones sociales que le hagan bien.

10. Consultar al profesional: prevención y atención médica

Uno de los hábitos más valiosos para mantener la salud es consultar a los profesionales de la salud, incluso si se ha sentido bien por largo tiempo. Algunas enfermedades solamente se manifiestan con malestares cuando ya es demasiado tarde para hacer algo, pero un chequeo periódico puede detectarlas a tiempo para hacer los ajustes necesarios.

En ocasiones pasa que, incluso cuando hay síntomas, las personas dejan de consultar porque no pasan de una “leve molestia”; se automedican y lo dejan pasar hasta cuando ya no puede enmascararse más. Es importante conocer el cuerpo y no ignorar las señales tempranas.

En el caso de la salud mental, cuando ha pasado más de un mes con cambios de humor bruscos, problemas para comer y dormir, o dificultades para funcionar en la vida —concentrarse, trabajar o hacer una de las cosas que se mencionaron en este artículo—, una consulta oportuna puede evitar problemas más graves y garantizar el bienestar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *